miércoles, 23 de mayo de 2007

Sobre elecciones, facciones y ficciones

Ha pasado más de una semana desde que se celebraron las elecciones en Filipinas, y muchos están diciendo ya que, lejos de haberse deshecho del ya endémico fraude electoral, el país ha presenciado más trampa y engaño este año que durante ninguna otra elección. Tuve la oportunidad de presenciar el proceso electoral el lunes pasado y, dejadme que os diga que suceden más cosas fuera de los colegios que dentro de ellos. Gente comprando y vendiendo votos, peleas que a veces desembocan en la muerte de alguien, “misteriosos” cortes de luz durante el cómputo de votos, centenares de activistas de izquierdas asesinados o “desaparecidos” durante los últimos meses… La gente esperando de manera paciente durante todo el día, mirando de manera sospechosa a su alrededor, mostrando su desconfianza… Oh! Por no mencionar la prohibición del consumo de alcohol, que tuvo lugar desde la noche de antes de las elecciones hasta la noche del día posterior. Aún no tengo demasiado claro si la prohibición estaba pensada para evitar que la gente se emborrachara y de esta manera votara de manera “irresponsable” o si en realidad el objetivo era evitar que la gente se matara entre ella. A lo mejor alguno de mis lectores filipinos puede responder a esta pregunta: Bakit po?


Lo que cada vez se me hace más evidente, no obstante, a medida que avanza mi estancia aquí, es que la política en este país camina de la mano con las armas. Y es interesante pararse a pensar que no hace demasiados años se daba lo mismo en España. Aunque nos olvidamos lo suficientemente rápido como para dar por sentado que en casa tenemos lo contrario que en países como Filipinas. O a lo mejor, ahora que lo pienso, no tenemos lo contrario, sino que simplemente tenemos una versión descafeinada y más amable de la misma historia. Y es a lo mejor esa “amabilidad” la que nos ha paralizado a tantos. Independientemente de lo desesperanzadora que es la situación en Filipinas ahora mismo (y creedme, mi grado personal de desesperanza está en estos momentos bajo mínimos), siento que en realidad hay más esperanza aquí que en casa. Y cuando hablo de esperanza no me refiero a esperanza de desarrollo, progreso, o lo que normalmente entendemos por una vida mejor. Me refiero a la esperanza de estar en contacto con nosotros mismos y con lo que sucede a nuestro alrededor. Siento que mucha gente en Filipinas tienen muy claro, mucho más que nosotros, que la exclusión social no es producto de debilidades o insuficiencias individuales sino más bien de un sistema político y económico muy bien organizado. Contra más dispuesto estés a identificarlo, más efectivo serás a la hora de imaginarte un escenario distinto y la mejor manera de llegar a él. Creo que a nosotros nos cuesta imaginarnos otro escenario porque realmente creemos que lo que tenemos no es mejorable y que en realidad somos muy afortunados. Y es ésa nuestra bendición y nuestra condena. Marx lo llamó “falsa conciencia”. Yo lo llamo negación estúpida o ficción autocomplaciente.

Hay veces que me cuesta escribir en este blog. No quiero caer en una descripción auto-indulgente de las dificultades y las penas de “esas Gentes Oscuras del Tercer Mundo” o perpetuar una especie de pornografía de la pobreza en Asia. Quiero escribir de manera responsable sobre lo que veo, pero a menudo siento que me estoy quedando en un nivel superficial. Por alguna razón me cuesta profundizar más allá de una mera descripción, más o menos poética, de un contexto exótico. Me temo, ahora que lo pienso, que profundizar más sobre lo que veo (y como esto me hace sentir) significaría profundizar más dentro de mi misma, y eso me provoca pavor. La cuestión es, hace poco alguien me dijo, ¿qué es lo que nos hace tirar hacia adelante? ¿Y hasta dónde queremos llegar? ¿en qué dirección? Y no me digáis que debo estar muy deprimida por el hecho de estar planteando estas preguntas, porque no lo estoy. Estoy triste, sí, pero no deprimida. Estoy triste por lo que veo, pero estoy contenta de estar aquí. Y me siento afortunada por la oportunidad de haber hecho este viaje, y sobretodo espero que mi viaje personal no se acabe una vez que coja el avión de vuelta a Barcelona. Aunque, paso a paso.

No hay comentarios: